Hoy descontrolado.
Podriamos discutir por horas y horas si antes era mejor que ahora. Lo que no podemos discutir es lo que cada uno de nosotros vivenció durante su historia de vida.
En mi caso particular recuerdo que cuando era pibe esperaba el verano para que el viejo Calcagno que era amigo de mis viejos pasara a buscarnos por casa con la Estanciera y así emprender el viaje para la casita que tenía con la familia en “Villa Jefe” como solía decirle en aquel entonces.
Tras horas interminables de ruta aparecía un pequeño cartel que anunciaba que habíamos llegado y desde ese punto de la ruta hacia la casa de don Calcagno un camino de tosca y mucho polvo daba el comienzo a la aventura hasta llegar a una casa grande, humilde pero siempre con olor a limpio, que hoy pensándolo bien no sé como lo lograban.
Y así pasábamos las semanas o los meses entre el campo, la casa de otros vecinos que estaban a cientos de metros o cuando el sol amainaba un poco Upa! a la Estanciera y a la playa.
Empujones, corridas, piñas y canastazos.
Y como expresa el dicho “el tiempo pasa y la misión fracasa” luego de años de decadencia social llegamos a que en algún lugar de esas lindas costas geselinas un churrero y un chipacero se agarraron literalmente a las piñas e inclusive se pegaron de canastazos.
Quienes disfrutaban de sus vacaciones vieron interrumpido el merecido descanso por estos inadaptados sociales que según algunos testigos que presenciaron el hecho los peleadores eran de origen extranjero.
Desde redacción nos comunicarnos con las autoridades municipales para que nos dijeran si los vendedores de comida tenían libreta sanitaria o autorización de bromatología pero nadie nos supo responder.
Por lo visto “Villa Jefe” pasó a ser un simple empleaducho mal pago.
