Lo que el derecho a la libertad esconde y muchos ignoran
La etimología de la palabra libertad proviene del latín libertas y libertātis, que significa ‘el que jurídica y políticamente es libre’. Antiguamente, el término aludía al que había nacido libre o al que había obtenido la libertad, tras haber nacido bajo esclavitud o vasallaje.
Actualmente cuando hablamos de libertad nos referimos a nuestra capacidad de actuar según nuestros criterios, razones, creencias y voluntades, sin más limitaciones que el respeto a la libertad de los otros. Obramos sin presión ni amenazas, por lo que el respeto y la responsabilidad, van de la mano con este “derecho” que se encuentra consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y claramente en nuestra Constitución Nacional.
Pero la libertad no es absoluta. Tener libertad también implica usarla con responsabilidad. Ya que no consiste en hacer lo que se nos antoje, sino en elegir actos razonados y responsables frente a las consecuencias que tengan para nosotros y para los demás. Una libertad sin responsabilidad es libertinaje. Y a veces esa línea es muy delgada.
Por otro lado la libertad y la ética están estrechamente vinculadas. La función de la ética es, precisamente, conducir al ser humano hacia la felicidad y la libertad, a través de la práctica consciente del bien y la responsabilidad personal y social.
Muchas veces “en nombre de la libertad”, solemos romper vínculos con otros derechos.
Así que a tener cuidado y tener en cuenta de qué vas a hacer hoy con tu libertad.
