En diferentes barrios del conurbano y la costa atlántica es un tema de nunca acabar
El robo de medidores de agua es una modalidad que en los últimos tiempos fue creciendo y aparentemente con total impunidad.
Ya no hay cables de cobre, ni manijas de puertas, ni caños de gas y ahora van quedando pocos medidores.
En solitario o en parejas o en grupo de tres, con un movimiento rápido y fuerte en algunos segundos se formaliza el robo.

El auge de este delito ha provocado incluso hechos de violencia, enojo y decisión de ejercer la justicia por mano propia de los vecinos que se ven perjudicados por el hecho quedando sin agua por varios días ya que las empresas prestadoras del servicio no dan abasto reponiendo o reparando los daños. Estos hechos generan grandes derroches de agua que no solo afectan el suministro sino que se desperdician miles de litros del vital elemento
Pero el tema de fondo es otro ya que han proliferado los comercializadores de metales desarrollando una actividad delictual no habiendo políticas públicas concretas como forma de desalentar la economía del quebrantamiento de la ley.
El robo de metales se ha transformado en una epidemia que se extiende por todo el país y que parece no tener una solución o solo llegará cuando ya no haya nada que robar.
El plástico ha venido a sustituir al metal, pero el exceso de trabajo para realizar los cambios, colmó una lista de espera interminable, por lo que las reconexiones improvisadas también han crecido.